La tragedia del Mar Aral
Mar de Aral, situado al sur de Kazajstán y el norte de Uzbekistán. A final de la década de los cincuenta del siglo pasado. El Mar de Aral, con unos 1.060 km3 de agua, es el cuarto lago salino más grande del planeta. De él vivían directa o indirectamente millones de personas. Alrededor de 50.000 toneladas de pescado, de sus 30 especies comerciales, eran extraídas todos los años del lago. En sus riberas, decenas de ciudades de tradición pesquera despertaban todos los días con el bullicioso y frenético vaivén de todo tipo de personas; comerciantes, pescadores, armadores de barcos, ganaderos o agricultores.
Mar Aral actual
El Mar Aral ha desaparecido por completo. Esto se debe a la obra del hombre. Por ejemplo, a principios de los años 60, el gobierno de Moscú tuvo la idea de tomar parte de las aguas de los ríos Amu Daria y Syr Daria, que alimentan al Mar de Aral, y llevarlas, tras la construcción de un canal de 500 kilómetros, hasta una gran cuenca donde se encuentran los campos de algodón, con la intención de que dicha producción aumente hasta el punto de que la Unión Soviética sea autosuficiente, y no tenga que importar algodón a terceros. Esto provocó que el Mar Aral se quedara sin fuentes de agua; ya no recibía la cantidad de agua que realmente necesitaba. El mar era 100%alimentado por esos ríos y la cantidad que era evaporada cada año, se compensaba con el agua que le brindaban los ríos, pero al cortar el paso del agua, ya no había que compensara el agua pérdida.
Aún así, la progresiva desaparición del gran lago no sorprendía a los soviéticos. Ya lo habían esperado. Aparentemente, en la URSS se consideraba que el Aral era un “error de la naturaleza”, y un ingeniero soviético habría dicho en 1968 que “es evidente para todo el mundo que la desaparición del Mar de Aral es inevitable”.
En el ciclo de desecación, el Mar quedó dividido en dos partes, conocidas como sur y norte. Entre los dos se construyó un muro para intentar salvar la parte norte, menos salinizada y quizás con alguna esperanza más que la sur. Dejando esta última a su completa suerte. Vanos intentos, puesto que la asfixia de más de cuarenta años que ha sufrido el Mar de Aral, según los expertos, ya no tiene reanimación posible.